En casos de mordeduras de
perro, el dueño del animal suele ser el principal y único responsable. Sin
embargo, el grado de la culpa del dueño varía dependiendo de la situación en la
que el incidente se haya tenido lugar.
En la mayoría de los
estados, si el ataque ocurre en un área pública o privada en la cual la víctima
tenía derecho a estar presente, el dueño del perro puede ser considerado
responsable. Frecuentemente, el dueño es culpable por las acciones del perro
sin importar si tenía o no tenía conocimiento previo de la agresividad del
animal.
Es decir, cuando un animal
ataca, el dueño no podrá alegar que el perro no había sido violento hasta
entonces, intentando poner parte de la culpa en la víctima del ataque. Sólo
existen dos excepciones:
a) Que la víctima haya
provocado al perro; en este caso el dueño estaría libre de responsabilidad,
siendo estos casos muy poco comunes.
b) Tampoco hay culpa del
propietario si es que la mordedura ocurrió dentro de la propiedad privada del
dueño y esta tenía un letrero visible que decía “Cuidado con el perro.”
Tras sufrir un ataque de
este tipo y, con ayuda de un abogado, demostrando responsabilidad por parte del
dueño, usted podría conseguir compensación por: Gastos médicos presentes y
futuros; dependiendo de la gravedad del ataque, la víctima se verá en la
necesidad de pagar por tratamientos médicos y medicación.
Todos estos gastos deben
correr por cuenta de los responsables del infortunio. Pérdida de ingresos;
también dependiendo de la gravedad del hecho, la víctima podría verse forzada a
reposar y por lo tanto encontrarse con la imposibilidad para trabajar y
continuar con su vida cotidiana.
En caso de tener que pedir
días en el trabajo por problemas de salud, la compensación por el accidente
deberá incluir el pago por todos los días en los que la víctima no pudo
continuar con su trabajo. En caso de que, a causa del accidente, la víctima
pierda su trabajo, la compensación en términos de pérdida de ingresos será
mucho mayor. Dolor y sufrimiento; la mordedura de un perro puede causar un
profundo dolor, no sólo en el preciso momento del hecho sino también a lo largo
del período de recuperación que implica una situación de estas características.
Este dolor y el sufrimiento,
una vez ocurrido el ataque, son imposibles de evitar, es así que los mismos son
traducidos en términos económicos a la hora de la compensación. Angustia
emocional; una situación de estas características, que implica dolor, sufrimiento,
la imposibilidad de trabajar, más el susto y el trauma, puede generar una
profunda angustia, que hasta puede hasta llegar a convertirse en depresión.
En caso de reclamar
compensación, esta angustia también será tenida en cuenta a la hora de calcular
la compensación que corresponda.
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