Como sabemos se llama Aval a
una forma de garantía, precisamente una persona se convierte en aval de otra
cuando se compromete a respaldar por los compromisos adquiridos de la otra
parte.
La persona que sirve como
aval deberá responder ante circunstancias no previstas o incumplimiento, en tal
caso actúa la parte que otorga la garantía propiamente dicha. Seguramente nos
hemos encontrado en una situación similar donde un familiar o un amigo
necesitan de nuestro apoyo, para obtener un préstamo, negocio o cualquier otro
proyecto.
Ante una situación así,
debemos analizar lo que realmente significa asumir semejante compromiso y si es
conveniente hacerlo.
¿Es conveniente ser aval?
En primer lugar, debemos
entender que la persona que se presta para ser aval está asumiendo la
responsabilidad de responder por las obligaciones de otro. Por lo tanto, esto
conlleva ciertos riesgos y por eso es conveniente examinarlos antes de
aceptarlos.
Dicho en otras palabras, nos
convertimos en participes de la deuda del otro donde los bienes empeñados están
en juego y si algo sale mal o por falta de cumplimiento nos veremos ante un
verdadero problema.
Vale aclarar que hay
personas que muy bien conocemos y estamos seguros de que estarán a la altura de
cumplir con sus obligaciones contraídas, en tal caso no implica mayor riego
para nosotros.
No obstante, esto, hay
ciertas cosas a tener presente:
Antes de plasmar nuestra
firma y así asumir tal responsabilidad, debemos conocer todos los riesgos
posibles. Entre ellos hay que considerar la posibilidad de asumir una deuda que
no nos pertenece, los intereses correspondientes y hasta perder nuestro bien
que hemos puesto como garantía.
Esto implica familiarizarnos
de lleno con los términos y condiciones implicado en el contrato de deuda, un
derecho que nos corresponde como si fuera una deuda propia.
Por otra parte, quizás
pensemos que nuestro amigo o familiar es muy responsable con sus obligaciones y
nada de esto pasará. Sin embargo, no podemos tomar a la ligera que hay sucesos
imprevistos en la vida como perder el empleo y esto genere el incumplimiento por
la falta de ingresos.
Además, si ya nos hemos
convertido en aval de otra persona y legalmente somos codeudores al igual que
el deudor original, debemos exigir estar muy al tanto de cómo va cumpliendo la
cuota o el convenio de deuda contraída.
Más que eso debemos hacer un
seguimiento mensual de recibos y documentación anexa al contrato establecido,
asegurándonos de esta manera el progreso del pago.
En conclusión, por lo
anteriormente analizado, lo esencial antes de ofrecernos generosamente como avalista
es tener presente las implicaciones de este acto y tener en claro que hay un
riesgo latente de que somos nosotros quienes tendremos que responder ante
cualquier circunstancia surgida en el transcurso de la deuda contraída.
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